Ensalada de cazón

Vaya tela. Estoy para ir al otorrinolaringólogo (joder con el nombrecito). Otorrino para los amigos. Esta mañana me ha venido a la cabeza una anécdota que viví no hace mucho  en la gaditana pedanía de Zahara de los Atunes, donde disfruté de unos días de asueto, con mucho aire de Levante y flamenquito del bueno.

Os pongo en situación. Noche calurosa de verano en un chiringuito cerca de la playa atunera del Carmen. Pasaba cuarto de hora más o menos de las doce, según marcaba mi fenomenal y puntual Casio vintage, del que ya os hablé un día en otra entrada, que va al unísono con los corrales de Santo Domingo de Pamplona.

Os dejo aquí el enlace por si luego os apetece leer el post de nuevo o por vez primera.

https://tronblogwordpresscom.wordpress.com/2016/07/14/casio/

Sobre el escenario, El Cañejo, cantaor muy popular en la zona puesto que debe ser de por allí. A derecha e izquierda del fenómeno, Paco y José, por decir un nombre ya que no los recuerdo, a la guitarra y la caja, respectivamente. Y entre el público asistente, parte de la familia del artista o al menos muy allegados, como una tal Isabel, cantaora de postín también en sus tiempos más mozos.

No he visto gente más molesta y maleducada en mis cuarenta primaveras. Menuda cogorza que llevaban encima los fulanos, que no pararon de incordiar a todos los que estábamos cerca tratando de disfrutar del evento. Se cambiaron de sitio varias veces moviéndose por el local como Pedro por su casa. Tenían cogidas varias sillas, tanto altas como bajas de terraza, que colocaron en todo el medio y que no soltaban pese a no estar sentados en ellas. Eran cuatro, pero parecían veinte. Deduje que podían tratarse de la abuela, el abuelo, una hermana o prima del artista y el novio. Estos últimos no paraban de manosearse. Estuve punto de darles la llave de mi coche para que se fueran a echar un polvo rápido y nos dejaran en paz un rato.

Para verles.

Contaba el gran humorista José Luis Coll que «cada quien es como es, y ya bastante desgracia tiene». Pues algo así pasaba con esta panda, a la que nadie se atrevió a decir nada, quizás porque la Isabel se vino arriba en un momento dado y se cantó un par de temas.

Uno de ellos una rumbita de Peret y otro por bulerías que arrancó las palmas de los presentes y algún baile de los más atrevidos y entusiastas. Poco después se subió también a escena el abuelo empujando a todo bicho viviente que se encontró a su paso cual elefante entrando en una cacharrería y con la birra en la mano, para disfrutar de su momento de gloria. No se le entendía una carajo al gitano. No se qué hostias balbuceó de cuando empezó su nieto en esto del cante y algo más sobre el paro y lo duro de la vida. Lamentable. 

Y os preguntaréis que qué cojones tiene que ver el otorrino. Pues es que en un momento del concierto, la abuela saltó al escenario cual chimpancé de rama en rama para cantar el «El muerto vivo», de Peret.

«A mi amigo blanco Herrera le pagaron su salario. Y sin pensarlo dos veces salió para malgastarlo. Una semana de juerga y perdió el conocimiento. Como no volvía a su casa todos le daban por muerto. Y no estaba muerto no, no y no estaba muerto no, no. Y no estaba muerto no, no, estaba tomando cañas, lerelele», dice la letra.

La artista, crecida, y con un tercio de cerveza en su mano izquierda que no soltaba ni aunque la apalearan, cantó mirando fijamente a su marido que «el cabrón no estaba muerto, que estaba tomando cañas… el cabrón», remató con fuerza, para dejar claro que era un cabrón por estar tomando cañas y no enterrado. Me hizo gracia, pero porque me llevan a juicio y declaro que lo que yo entendí fue algo así como «que no estaba muerto, que no, que estaba tomando cañas y ensalada de cazón»…  Lamentable también.

Ya he pedido cita con el otorrino. El 15 de septiembre a las 9,45 horas creo que escuché.

En fin, por si no le conocéis, aquí os dejo un par de temas de El Cañejo de Barbate de un disco que por cierto me compré tras el concierto por quince pavos, porque aunque su familia me tocó los dídimos bastante, no soy rencoroso y me gustó su música y su arte.

 

 

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